Utiliza la incertidumbre para agrandar tu liderazgo

Al preguntar a @Marc Vidal(uno de los top100 influencers 2020 según la revista Forbes) por las claves del momento actual, lo primero que destaca es la incertidumbre en la que vivimos. Y es que si una palabra ha saltado a nuestro día a día desde hace unos meses, es esa.

Incertidumbre por nuestros trabajos, por nuestros proyectos, por nuestra salud y la de los que nos rodea, por la situación política, social, económica…

Incertidumbre: Falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud.

Si algo nos ha dejado claro este 2020 es que todo gira en un instante de la manera más inesperada. Pero no nos engañemos: esto ha ocurrido siempre y seguirá ocurriendo mientras que el mundo sea mundo.

Lo que sucede es que (al igual que en una piscina) mientras que algunas personas «nadan plácidamente en la incertidumbre», a la mayoría nos cuesta «acercar el pie» para comprobar «cómo está el agua».

La «piscina» es igual para todo el mundo, pero la manera en la que la vemos cada uno (como un lugar de disfrute o de peligro) depende de nuestras capacidades para «nadar». Y es que en este caso, continuando con el símil de la piscina, el equivalente a nuestra habilidad para nadar es nuestra habilidad para gestionar las emociones.

La clave para la gestión de la incertidumbre es tomar conciencia de que vemos el mundo como somos nosotros, no como es en realidad.

Índice

Donde está el veneno, está el antídoto.

El gran problema de la incertidumbre es la sensación que nos provoca: una sensación nada agradable (que va desde una pequeña decepción pasajera a la angustia más profunda) que nos impide pensar y actuar con claridad.

Aunque parezca un obviedad, la inquietud la sentimos ante hechos que no han sucedido y que en la mayoría de la ocasiones, nunca suceden.

Si somos capaces de manejar esa la parte emocional, podremos actuar de manera coherente para mitigar la situación o cuando menos, no dejar que la sensación gobierne nuestra vida.

Por ello, una cosa es segura: la gestión de la incertidumbre es algo personal y por lo tanto, solo dentro de cada uno de nosotros está la solución.

La pregunta clave: ¿Cómo mantener la confianza en momentos de incertidumbre?

Contra la inquietud de la incertidumbre, la serenidad de la confianza.

La serenidad es un estado interior y por lo tanto, solo desde nuestro interior podemos acceder a él. Para quienes piensan que la confianza viene del exterior (de su trabajo, de sus amistades, de su dinero…) siempre estarán «vendidos» ante un cambio repentino de la situación.

El pájaro basa su confianza no en la firmeza de la rama sobre la que está posado, sino sobre la capacidad de sus alas para volar.

Y para lograr conectar con esa serenidad que nos da la confianza en nosotros mismos, hay un método simple (solo lo simple funciona) de tres pasos que sugiero, cada uno adapte de la mejora manera a su experiencia y manera de entender la vida.

Paso 1: Reconoce lo que te está sucediendo

Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, se transforma.

Negarnos a nosotros mismos lo que nos sucede, la sensación que sentimos, no nos va a ayudar en nada. De hecho, va a hacer que esa sensación crezca, hasta que «explote». Y desde luego, esa no es la mejor manera de gestionar la situación.

Por ello, el primer paso es reconocer la sensación y ver cuál es el pensamiento que la genera.

Aquí es donde entra el «sincericidio»: decirnos para nuestros adentros la verdad desnuda. «Siento inquietud por si pierdo mi trabajo, y creo que no volveré a encontrar nada igual». «Por si enfermo». «Por si el proyecto no se aprueba»… Por lo que sea, pero siempre, la verdad.

¿Para qué? Para que una vez identificada la sensación y los pensamientos que la provocan, podamos parar nuestra mente.

La clave, por contraintuitivo que parezca es NO HACER NADA desde ese estado de tensión emocional y pensamientos catastrofistas. Recuerda: la inquietud nos la provoca una posibilidad de que suceda algo, pero no el hecho en sí (que no ha sucedido).

Tratar «a la desesperada» de tranquilizarnos en base a hacer cosas, no va a funcionar.

Es como el vendedor desesperado por vender: cuanto más lo intenta, menos vende y más desesperado se encuentra. Sin embargo, el que se enfrenta a la venta con tranquilidad, es el que la consigue.

Por lo tanto, simplemente, para tu mente: tómate un par de minutos totalmente enfocado en tu respiración sin pensar en nada más, y verás cómo la sensación desaparece o al menos, disminuye notablemente.

Paso 2: Haz cosas que alegren tu alma.

Tal y como describe en «El Atlas de las Emociones», del Dr. Paul Ekman, la emoción primaria que está detrás de la congoja, desaliento o angustia que nos provoca la incertidumbre es (redoble de tambor) la tristeza.

Por lo tanto, una vez que hemos dejado que la intensidad emocional baje (paso 1) el antídoto está en buscar cosas que nos saquen de nuestra emoción de tristeza para conectarnos con nuestra manera de ser, con lo que realmente alegra nuestra alma.

Te doy 5 ejemplos, pero por supuesto, nadie mejor que tú sabe las cosas que realmente le hacen sentir paz:

  1. Encuentra un propósito en todo aquello que haces. Es tan sencillo como preguntarse para qué haces lo que haces, y hacer solo aquello que sientas que realmente te llena.
  2. Escribe tus victorias sobre la incertidumbre. Ve atrás en tu vida y conéctate con esos momentos en los que a pesar de la incertidumbre, mantuviste la calma y todo se resolvió. Créeme: rememorar cómo lo hiciste te conecta con tu sabiduría interior para resolver la situación presente.
  3. La naturaleza te conecta con tu naturaleza. Da un paseo de al menos 30 minutos por un lugar donde tengas sensación de naturaleza, eso sí… olvidándote de todos tus dispositivos móviles. Es tu momento de relax.
  4. Conecta con tus dones y talento. Haz cosas que te salen de manera natural, fácil y fluidas, que no requieren esfuerzo alguno de tu parte y con las que te sientes realmente cómodo y en tu zona de confort.
  5. Ten pequeños gestos de amabilidad con otras personas. La amabilidad es como el aire en los neumáticos de un coche: no cuesta nada y hace el camino mucho más agradable. Te sugiero alguno de estos gestos:

Cuando llegues a un lugar, saluda. Cuando te vayas, despídete. Cuando te hablen, contesta. Cuando prometas, cumple. Cuando no sepas, aprende. Cuando sepas, enseña y comparte. Cuando te necesiten, ayuda. Cuando ames, exprésalo. Cuando te amen, acéptalo. Cuando hayas ofendido, comprende por qué lo hiciste y pide perdón.

Paso 3: Es cuestión de ocuparse, no de preocuparse.

Y ahora sí: solo después de que recuperes tu «compostura emocional», piensa qué es lo que puedes hacer para anticiparte a esa situación de incertidumbre.

En algunos casos, podrás hacer, dado que estará en tus manos. Por ejemplo, si crees que vas a perder tu empleo, puedes comenzar a formarte, preparar tu currículum y ver cómo está el mercado.

Traza un plan y ponlo en marcha. Sin esperar. Acción, acción, acción. Olvídate de lo que podría suceder y haz aquello sobre lo que que sí tienes control, y te aporta serenidad.

Sin embargo, habrá otros casos en los que no puedas hacer nada.

En esos casos, la frase que me gusta aplicar es que «no hay problema que no podamos empeorar con nuestras quejas». Deja de darle vueltas y vive porque nunca sabemos (incertidumbre en estado puro) cuándo será nuestro último baile con la vida.

Por cierto, cuesta lo mismo enfocarse en lo malo, como en lo bueno que podría suceder, por lo que mi sugerencia es que por cada pensamiento negativo que venta a tu mente, encuentra uno positivo que le contrarreste.

Si quieres conocer más sobre liderazgo en el día a día, te invito a te visites mi web, ramonmaurel.com donde podrás encontrar más contenido acerca de liderazgo en lo simple y lo cotidiano.

Si este artículo te ha parecido interesante, por favor, déjame tus comentarios y comparte con tu red, porque nunca sabemos a quién podemos ayudar con nuestros pequeños gestos de generosidad.

Feliz día.