Los malos líderes lo arruinan todo: el ambiente de trabajo, los resultados del equipo, la creatividad, la pasión, el compromiso, … hasta su propia vida, atrapados por sus miedos y temores. ¿Lo hacen de manera consciente? En absoluto: más bien todo lo contrario. Según publica la Harvard Business Review (*):
- El 70% de los líderes se califican a sí mismos como inspiradores y motivantes. Sin embargo …
- … el 82% de los empleados ven a sus líderes, fundamentalmente, como poco o nada inspiradores. De hecho, el 65% de los empleados, ante la disyuntiva de que se les aumente el sueldo o que se despida a su jefe, escogen la opción de despedir a su jefe.
Las cifras son tan claras como demoledoras: inspirar no es algo corriente. Inspirar proviene del latín inspirare “insuflar adentro de algo” y figuradamente “infundir ideas”: mover el espíritu de las personas, algo tan precioso como escaso. Ante esta realidad, la pregunta es: ¿Cómo cambiar esa estadística?¿Cómo inspirar a otros y “pasar a la otra orilla”, la de los líderes inspiradores? Te doy 5 claves.
Índice
0.- Ten un propósito:
Todo liderazgo comienza desde el interior. El líder, en primer lugar, ha de liderarse a sí mismo. Ha de conocerse y saber cuáles son sus dones y talentos, y sobre todo, para qué desea utilizarlos, al servicio de qué desea ponerlos. El líder comienza por “izar su bandera”: definir claramente su propósito, su credo, su visión, y comunicarla al mundo (al menos, al mundo que está a su alrededor). A partir de ahí, todo sucede.
(Nota: sí, lo reconozco, he hecho trampa … he introducido el cero en la lista … pero sin el “cero”, nada de lo que viene a continuación tiene ningún sentido).
1.- Co-crea.
El líder de “ordeno y mando” es está acabado, aunque no lo sabe. Tan crudo como cierto. El líder inspirador hace suyas las palabras de Sócrates: “solo sé que no se nada”. Busca constantemente avanzar hacia su propósito siendo coherente con su verdad. Siendo genuino. Desde ahí es desde donde puede ser luz para los demás y co-crear con aquellos de los que sea rodea, una nueva realidad. Este líder ve líderes en todas y cada una de las personas con las que interactúa, hayan (o no) expresado ese liderazgo.
El líder que co-crea sabe que puede ir deprisa, yendo solo, pero que llegará más lejos si va acompañado.
2.- Sé radicalmente transparente.
(Nota: aquí la palabra importante es radicalmente) Todo el mundo es consciente de lo que ocurre en el entorno de trabajo, especialmente, cuando las malas noticias “revolotean”. Lo corrillos se suceden lejos de los despachos del líder (normalmente, cerca de la máquina de café, de donde jamás ha salido nada bueno … incluyendo el café ….) y las historias fantásticas alimentadas por el miedo son el story-telling diario. Comunica, comunica, comunica. Y cuando hayas comunicado, vuelve a comunicar, siempre con transparencia.
Destierra el “esto no lo tiene que saber todo el mundo”. Si les afecta, cuéntaselo…. total, tarde o temprano, se van a enterar.
La transparencia, además de la herramienta más barata y potente de reducción de costes (sin ir más lejos, evita horas y horas de “corrillos” en la máquina de café), es una imán para aquellos que deciden seguir a un líder. La transparencia radical inspira. Ahora bien, no te olvides tampoco de las buenas noticias: comunícalas sin exagerarlas ni quedarte nada para ti. Son mérito de todos.
3.- Delega. Muerte al micromanagement.
El sarcarmo es un tipo de violencia de baja intensidad, habitualmente, ejercida por aquellos que piensan que sus líderes no les tratan como les gustaría.
En una ocasión corría un rumor entre los empleados: un ejecutivo de alto nivel C-Suite no tenía instalado en su ordenado el Microsoft Office. ¿Porqué? Porque cada vez que alguno de sus colabores le enviaba una presentación para revisarla, este alto directivo se dedicaba a llamar a la persona y pedirle que cambiase una coma, un punto, una tilde … una errata que había visto … Nada de fondo; todo en forma, que hacía que más que un líder, fuese la versión humana del corrector ortográfico del PowerPoint. El micromanagement es un estilo de gestión en el que el líder observa y controla al milímetro el trabajo de sus empleados. Este estilo tiene su origen en la profunda inseguridad del líder, el cual, teme que cualquier error que comete su equipo, le pueda perjudicar. Mi receta: si deseas inspirar, da a tu equipo la autoridad para actuar (la responsabilidad siempre es del líder), permite el error y fomenta la rendición de cuentas de todos: la tuya y la de todos los colaborares. No se puede pedir a la gente transparencia y luego, no permitir errores. Sería incoherente. Deja de preocuparte por todo y controlar. Vive.
4.- Toma decisiones … y tómalas a tiempo.
En la toma de decisiones es cuando al líder se le enfrenta a su verdad: el que no se aplica lo que predica no es maestro para nadie. Sin embargo, cualquier decisión no sirve: hay decisiones “de baja intensidad” (es decir, casi obvias), en las que no te juegas casi nada. No me refiero a eso: me refiero a las decisiones difíciles, es decir, aquellas, que, o cuestan dinero, o implican abrirse y mostrar vulnerabilidad (el trabajo duro ya no es lo que era, ahora es diferente) o bien, te posicionan ante tu propósito, credo y visión. Decisiones duras de tomar, normalmente, acompañadas del factor “momento”. Para un líder inspirador, no basta con tomar una decisión: hay que tomarla a tiempo. Una buena decisión, tomada tarde, equivale a una mala decisión. Punto. Este es el factor “momento”: la decisión se ha de tomar en el momento adecuado, ni antes, ni después. Una vez que los argumentos están sobre la mesa, “masajearlos” no sirve para nada.
La clave, de nuevo, no está en pensar, sino sentir qué nos provocan esas decisiones. Si no te resulta fácil tomarlas, enhorabuena: has encontrado el camino.
5.- Trata a todos como te gustaría que fuesen, no como lo que crees que son.
Era un día de esos dedicado a un partner con el que cerrar un acuerdo estratégico de colaboración. Para decirlo muy suavemente, yo no “sintonizaba” con el director comercial del proveedor, por lo que la tensión se iba acumulando. Hasta que recordé la frase de mi coach: “tratale como te gustaría que fuese, no como lo que crees que es”. Y lo puse en práctica. La reunión (y el día) dio un vuelco espectacular: todo resulto fácil y fluido, cerrando el acuerdo y lo que es mejor, aprendiendo una gran lección para mi vida.
Las personas no somos lo que mostramos, sino nuestra esencia. Conecta contigo mismo (a través de tus sensaciones) y conectarás con el mundo.
(*) Fuente de los datos HBR: Why Do So Many Managers Forget They’re Human Beings? Photo by rob walsh on Unsplash
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