Una organización no es su logo, su oficina, su página web, su producto o su servicio. Una organización son las personas que la componen, y al frente de todas ellas, está su líder.
Ser un líder no implica títulos, dinero, privilegios o rango. Liderazgo implica responsabilidad, algo de lo que no estaba muy sobrado el protagonista de nuestra siguiente historia.
“Un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo.”
Plutarco
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Cuando el líder no lo es tanto…
En Enero del 2012, el crucero más grande construido en Italia, el “Costa Concordia” naufragaba con 4229 pasajeros y 136 tripulantes a bordo frente a la pequeña isla de Giglio, en la Toscana. El capitán de barco, Francesco Schettino, experimentado navegante de 52 años, tenía toda la experiencia y preparación. Un profesional “de la cabeza a los pies”, comandado una nave de 290,2 metros de eslora, 114.500 toneladas de peso y capaz de albergar hasta 4.800 pasajeros.
Aunque el porqué del incidente no está del todo esclarecido, una teoría habla de que el capitán se había desviado de su rumbo para saludar con la sirena a la hermana del jefe de camareros que vivía en la isla. Otra teoría coloca al capitán únicamente acompañado en el puente de mando por una bella bailarina moldava. Hasta aquí, las conjeturas.
Lo que sí que es un hecho es que el capitán abandonó el barco en cuanto olió el desastre, dejando allí a miles de pasajeros a su suerte, a pesar de los enfurecidos gritos del comandante de la guardia costera que le obliga a volver a su nave.
Lo de que “el capitán es el último en abandonar el barco”, no iba mucho con nuestro “líder”.
Es innegable que el naufragio tendría un punto de comedia si no fuese porque el capitán Schettino fue el causante directo de que fallecieran treinta personas y otras sesenta y cuatro resultaran heridas. Costa Cruceros, compañía propietaria del barco, quedó en una situación económica “muy delicada”, afectando a miles de empleados.
En su defensa, Schettino argumentó que había unas rocas que no aparecían en los mapas. Francamente, todos sabemos que las rocas no salen de la nada… y que hay excusas mejores.
Dudo que esta fuese la primera ocasión en la que Schettino hacía algo similar, puesto que liderar no es un trabajo a tiempo parcial.
Liderar y ser excelente es una manera de vivir. La responsabilidad ante todo lo que ocurre es innegociable.
A los auténticos líderes les encantan los retos. A los falsos líderes, las excusas.
Las cosas no pasan de ir bien a ir mal en una empresa, de la noche a la mañana. Siempre hay síntomas que van dando pistas a los que quieren ver, de que la decadencia de una empresa ha comenzado. Insisto: no quiere decir que esa empresa vaya a colapsar de un día para otro, pero siempre se recoge lo que se siembra.
Uno de los signos más visibles de lo que se está sembrando cada día en una organización, es la imagen que los líderes transmiten:
- No existe un propósito… una “estrella polar” que, como referencia, sea la guía para la toma de decisiones. Lo que hoy vale, mañana no y al día siguiente, ni sí, ni no, ni todo lo contrario.
- Los líderes no toman decisiones, a la espera de que el tiempo resuelva los problemas… problemas de los que no se quiere oír ni hablar.
- En esta línea, los “portadores de la realidad” son tratados como apestados a los que hay que alejar de las “C-Suites”. La mínima insinuación de que algo no marcha bien es atajada con frases hechas del tipo “necesito soluciones, no problemas”.
- Los líderes se sienten investidos de un poder omnímodo, que hace que escuchar cualquier cosa que contradiga sus creencias, se convierta en un acto de traición.
- Los líderes no hacen; sólo predican.
En resumen, los líderes se han rendido ante la mayor de las tentaciones: hacer lo que goza de la aprobación general, en lugar de lo correcto, transmitiendo ruindad, mezquindad e insignificancia en todos y cada uno de sus actos.
El yin y el yang: donde está el veneno, está el antídoto.
El yin y yang. Según el taoísmo, dos fuerzas opuestas y complementarias, que se encuentran en todas partes. Cada objeto, ser o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo.
Su representación sugiere que nada existe en estado puro: dentro del yin, está contenido el yan (representado en un círculo) y lo mismo sucede al contrario.
Nada hay en permanente quietud, sino que todo se encuentra envuelto en un permanente cambio. Todo es dinámico; lo único constante, inalterable, es el cambio.
Siguiendo el mismo principio, la decadencia y la excelencia son dos fuerzas opuestas y complementarias. Nada es totalmente excelente y nada es totalmente decadente. En una Organización excelente en su conjunto, siempre se pueden encontrar partes que presentan uno o varios síntomas de la decadencia.
En organizaciones proactivas, siempre hay personas con aversión al cambio. Por el contrario, en un departamento con mentalidad anquilosada en el pasado, se pueden encontrar personas con un excelente conocimiento en la temática sobre la que trabajan. En una organización que no cuida a sus empleados, se puede encontrar gestos humanos ante adversidades.
En definitiva, al igual que el yin y el yan, donde hay un «falso líder», también hay la posibilidad de mostrar auténtico liderazgo, puesto que aún en la sombra, siempre hay luz.
Liderar con Visión, Inspiración e Integridad.
Un líder auténtico nace desde el interior, y simplemente, es alguien coherente con su corazón, es decir, cuyo pensamiento, palabra y acción están alineadas con lo que realmente siente, y créeme, se necesita mucho valor para seguir a tu corazón.
Todos tenemos dones y talentos para tener una vida extraordinaria. Pero paradójicamente, eso nos iguala y nos hace ordinarios. El mérito de los líderes es haber tomado decisiones difíciles, pero que sentían que eran las correctas, y haberlas mantenido a pesar del miedo y las circunstancias.
En todos hay potencial para liderar y quizá, ese líder que estás buscando, está dentro de ti.
Las organizaciones excelentes tienen líderes que dan forma al futuro y lo hacen realidad, actuando como modelo de referencia para ellos mismos. Desde ahí, es desde donde pueden liderar a los demás.
La transparencia, el trabajo en equipo, la accesibilidad de los líderes al resto de la organización, la rendición de cuentas ante los demás, la aceptación de los errores y la tolerancia al fracaso son características del liderazgo de organizaciones excelentes.
Si reconoces las anteriores características, pero no las ves a tu alrededor es que quizá, lo que realmente te pide tu esencia, es que seas tú quien las muestre al mundo.
Descubre el líder que hay en ti. Atrévete a serlo.
¿Deseas, de verdad, liderar tu vida? Conecta conmigo y te ayudaré a descubrir ese líder que llevas dentro.