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“Cuando tú cambias, tu realidad cambia (y no al contario)”
Nuestra tendencia natural, lo que nos han enseñado desde niños, es el paradigma de que todo lo bueno está afuera: el dinero, una casa lujosa, un coche premium, una pareja ideal, un viaje a un lugar paradisíaco, …. (añade lo que desees a la lista… es interminable, te lo garantizo). Un ejemplo muy habitual son los pensamientos del tipo “…cuando tenga (más dinero/un nuevo coche/otra pareja/…) seré feliz”, o “si tal persona desapareciese de mi vida, todo sería más sencillo (habitualmente ese “tal persona” se sustituye por “el jefe”). Nos pasamos la vida imaginando que nuestra felicidad está esperando “ahí fuera”, pero lo que sucede no suele ser esto: la realidad es tozuda y no cambia como nosotros deseamos. ¿Por qué? Porque nuestra realidad nos muestra aquello que está (o no) en coherencia con nuestra vida, y no al contrario. Cuando aceptamos esta realidad, paradójicamente, la vida cambia y no a la inversa.
El error está en la percepción, no en la realidad.
Cuando nos falta información de la lógica que opera detrás de cada situación, nos genera todo tipo de emociones: miedo, frustración, ansiedad,… Sin embargo, nuestra vida es como es, y hasta que no aprendemos las lecciones que nos toca aprender en una determinada situación, esa situación se nos presenta una y otra vez. Hace no mucho yo pensaba también que el “problema” estaba ahí fuera. He trabajado en diversas empresas y reconozco que mi estilo de trabajo no deja indiferente: siempre he tenido “defensores” de mi estilo, y acérrimos opositores. Con los primeros da gusto convivir; con los segundos no. Y ahí estaba mi error: tendía dar crédito a los defensores y minimizar a los detractores … pero curiosamente, cuando cambiaba de empresa, volvían a aparecer los mismos tipos de perfiles y comportamientos. Con otro nombre y otro cuerpo, sí, pero exactamente las mismas situaciones. “Curioso”. Llegué a pensar que “todas las empresas son iguales”, puesto que encontraba siempre lo mismo en todas ellas. Lógico cuando piensas que todo está fuera. Pero esa lógica estaba distorsionada. Un día me di cuenta de que lo único que tenían en común empresas familiares, pymes o multinacionales, españolas o no, del sector alimentación, lujo o retail en las que había estado… era yo. Por lo tanto, todas las situaciones que se producían no eran por mí, sino para mí: para comprenderme mejor y entender qué lógicas operaban dentro de mí. Es como uno de esos videojuegos antiguos en los que la pantalla se te repite una y otra vez hasta que te la pasas. Atraes a tu vida aquello que necesitas comprender y trascender. Cuando lo haces, no lo atraes más. En el momento en el que entiendes eso, la realidad comienza a cambiar y de repente, personas que antes estaban a tu lado, desaparecen y otras nuevas, aparecen. Sin esfuerzo, sin lucha, sin control. De manera fluida y genuina. Y eso, ¿cómo se hace en la práctica?
3 tips:
1.- Vigila la calidad de tus pensamientos.
Lo que crees es lo que finalmente creas. Nuestros pensamientos son privados y por eso, nos “permitimos el lujo” de pensar todo lo que pensamos. ¿Qué ocurría si nuestros pensamientos fuesen públicos? Imagínate por un instante que los pensamientos se convirtiesen en realidad ¿Te permitirías pensar todas las cosas que piensas?. Cuida tus pensamientos puesto que son las semillas de tu realidad.
Nota importante: dicen que tenemos unos 60.000 pensamientos al día, de los cuales, más del 90% son negativos … No sé quién se dedica a contar pensamientos, la verdad … pero por si es verdad, yo ya voy vigilando los míos….
2.- Ve al pequeño detalle.
Todos tendemos pensar en las grandes cosas de la vida: las grandes reuniones, los grandes momentos de vacaciones, lo grandes momentos de negociación, … pero dejamos pasar los pequeños momentos. En esos pequeños momentos de interacción donde sientes algún tipo de emoción, es donde debes poner la atención, dado que esos pequeños momentos contienen tanta información como los grandes momentos. Si en tu trabajo no disfrutas, tampoco disfrutarás en tus vacaciones. Si no te relaciones de manera fluida en tu vida personal (si es que eso existe), tampoco lo harás en tu vida profesional (si es que eso existe). Todo es fractal.
Segunda nota importante: sólo hay una vida. La tuya. Dividir lo personal y lo profesional es otra “rareza” que nos has contado y nos hemos creído. No hay separación alguna en nuestra vida, aunque los entornos en los que los desarrollamos nuestras actividades sean totalmente diferentes. Somos quienes somos a tiempo completo.
3. Deja de controlar lo incontrolable.
Otra de las grandes ilusiones: el control. Nuestro ego (nuestros pensamientos) cree que controla nuestra vida. Damos esta afirmación por cierta, hasta que la vida, de repente, nos recuerda que no controlamos nada. Un despido, la llamada de un head-hunter ofreciendo un nuevo trabajo, una enfermedad grave, una visita inesperada de alguien que hace tiempo con quien no hablamos, una ruptura sentimental, … “De repente”, en un instante, sucede algo que no habíamos planificado y ni tan siquiera, imaginado, y que nos hacer como en un instante, todo acontece y cambia. Todo control implica una expectativa. Si se cumple, genial. Pero si no (lo que sucede en la mayoría de las ocasiones) nos genera sufrimiento. Todo sucede en un instante. Por ello, pon toda tu atención en el instante presente y deja de preocuparte por lo que pasó o lo que puede que pase.
Tercera nota importante: Como dijo Winston Churchill, “Pasé más de la mitad de mi vida preocupándome por cosas que jamás iban a ocurrir”. Deja de preocuparte. Vive.
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