Tanto en mis sesiones de coaching ejecutivo en empresas y mis sesiones para emprendedores, así como en las distintas formaciones que imparto sobre la gestión de las emociones, la ansiedad (al igual que la ira) aparece de manera recurrente en los primeros puestos del “ranking” de las emociones más habituales.
No es casualidad: el entorno laboral es uno de los mayores disparadores de esta emoción que si no se sabe gestionar adecuadamente, puede acabar en una baja médica. De hecho, esta es la tercera causa mas frecuente de absentismo, pero la segunda de mayor duración de la baja, solo precedida por los las que afectan al disco intervertebral, según el INE.
Por todo ello, merece la pena prestarle atención a esta emoción: tanto en la parte humana (¿quién no ha sentido ansiedad en mayor o menor grado en su vida?) como en la parte económica y su impacto en la sociedad.
Índice
Las emociones sí importan
En todo lo que se refiere a las emociones, la norma general es menospreciar su impacto en nuestro día a día. No es extraño: todo profesional acumula miles y miles de horas de horas de formación y experiencia en su vida pero… ¿cuántas de esas horas han estado destinadas a conocer y gestionar las emociones? Habitualmente, ninguna.
Aquí es donde comienza el problema: ya de niños, cuando nos hacemos una herida, de inmediato vamos a nuestros padres, o a un médico o enfermero (si es más grave) a que nos la cure. Sin embargo, cuando se trata de emociones, no suele ocurrir así: de niños nos “comemos” la emoción y de mayores, no somos capaces de acudir a un profesional (p.ej: un coach ejecutivo, un psicólogo) y cargamos con el problema hasta que finalmente, se hace insoportable.
A ninguno se nos ocurriría ir por la vida con un brazo roto sin hacer nada, pero sin embargo, sí que vamos por la vida con ansiedad (o estrés, o miedo) sin hacer nada al respecto, hasta que un día, esa ansiedad nos para en seco.
De una lesión física no nos podemos escapar: tener fiebre, o una rotura fibrilar, o un hueso roto… hace que nuestra vida tenga que pararse, reposo hasta que se cure. Sin embargo, si lo que nos sucede es que sentimos ansiedad o estrés, tratamos de seguir en nuestra vida “como si nada”, puesto que es algo que llevamos por dentro.
Quizá este sea el mayor error: seguir por nuestra vida como si nada, puesto que cuando aparece la ansiedad hay “algo” a la que tenemos que prestar más atención, y que si ignoramos, acabará por llevarnos hasta una calidad de vida realmente baja (con o sin baja laboral).
Cómo tratar la ansiedad a través del coaching ejecutivo
Primer paso en el proceso de coaching ejecutivo: detectar la ansiedad
Por lo tanto, el primer paso es detectar la ansiedad. Al igual que cualquier otra emoción (ira, alegría, tristeza, rabia, miedo, ….), la ansiedad tiene grados: desde una leve sensación de ansiedad hasta niveles que hagan que nuestra vida se colapse.
¿Cuáles son esas señales que, en mayor o menor medida, nos alertan de que estamos sufriendo un proceso de ansiedad?
Síntomas para detectar la ansiedad
Problemas para dormir
¿Te cuesta conciliar el sueño?¿Te despiertas en medio de la noche y no paras de darle vuelta a un tema?¿Sientes preocupación por algo de manera reiterada? ¿Te despiertas con una sensación de “desasosiego”? Si es así, este es un muy buen indicador de la razón por la que sientes ansiedad.
Dolor muscular
La ansiedad es un estado en el que nuestra emoción somete a nuestro cuerpo a una tensión constante y, por lo tanto, el dolor muscular es un reflejo de esta tensión. Si como hemos visto en el punto anterior, no dormimos de manera que nos permita descansar y relajarnos, el dolor muscular se agudiza.
El “monotema”
Normalmente, en situaciones de ansiedad, hay un “monotema” en nuestros pensamientos, que está asociado con un miedo: miedo a perder el trabajo, a que no le guste lo que hago a mi jefe, a que piensen que soy un impostor, a que descubran ese error que cometí y escondo celosamente… En definitiva, toda una serie de miedos inventados por nuestra mente (dado que nada de eso ha ocurrido) alrededor de un monotema que nuestra mente ha inventado.
Rechazo de nuestros compañeros
En situaciones de ansiedad rechazamos a nuestros propios compañeros, bien porque les juzgamos por lo que hacen (o no hacen) o bien porque pensamos que ellos son los que nos están juzgado a nosotros. Vemos un enemigo en cualquiera que haga el más mínimo comentario sobre nosotros o sobre nuestro trabajo.
Irritabilidad
Este es otro comportamiento, que antes o después acabamos mostrando. Nos mostramos irritables por todo y sin saber por qué, acabamos proyectando esa irritabilidad en los otros.
Desorden alimenticio
Ante estados de estrés o ansiedad, una salida muy habitual es calmarlo ingiriendo alimentos poco saludables. Se trata de llenar ese vacío que sentimos a base de comer. Es tanto un síntoma como una consecuencia de los procesos de ansiedad.
Perfeccionismo
Ante la inseguridad que nos provoca la ansiedad, respondemos con perfeccionismo: tratamos de obtener tranquilidad a través de la perfección en cada cosa que hacemos, lo que desafortunadamente, nos lleva a más ansiedad, puesto que nada es lo suficientemente perfecto para nosotros en estos estados. Eso nos lleva a un círculo vicioso: más esfuerzo, más desgaste, más cansancio, menos resultados y más ansiedad.
No desconectar
Habitualmente, lo laboral llena toda nuestra vida y tanto en horario laboral, como cuando estamos fuera de la oficina o incluso, en mitad de la noche, estamos pensando en el trabajo.
Segundo paso en el proceso de coaching ejecutivo: gestionar la ansiedad
Donde está el veneno, está el antídoto. La ansiedad tiene una raíz: el miedo, y el miedo es algo personal. Por lo tanto, si la enfermedad viene de dentro (el miedo), es bastante razonable pensar que la cura ha de estar también dentro de nosotros. Solo es cuestión de llegar a ese antídoto.
Aunque la ansiedad se pueda disparar por un factor externo, no es algo que se genera por el entorno, sino por la manera en la que nosotros entendemos ese entorno.
Por ejemplo, si tu empresa está en crisis y el miedo a perder tu empleo dispara tu ansiedad, has de ser consciente de que ese miedo es única y exclusivamente tuyo. Habrá compañeros que ante las mismas circunstancias, o bien no tengan ansiedad, o incluso, lo vean como una oportunidad para cambiar de trabajo, pero en cualquier caso, la ansiedad que sientes es tuya y solamente tuya.
De nada sirve que todos tus colegas estén tranquilos, si tu sientes la ansiedad. De nada sirve que te digan que “te tomes las cosas de otra manera”, si por dentro, sigues sintiendo esa sensación.
La emoción es una cuestión de percepción, que está pidiendo otra lógica distinta a la que actúa en ti. Por ello, se trata de “recolocar” esa percepción, para que la emoción desaparezca.
Y, ¿cómo hacerlo? Te doy una serie de tips para poder realizarlo.
Consejos para cambiar la percepción sobre la ansiedad
1.- Se consciente de tu ansiedad.
El primero de los pasos para salir de esa situación es ser consciente de que estás sufriendo ansiedad en mayor o menor grado. Tan solo te pido que seas consciente de lo que sientes. Sin más.
Ver cómo has perdido calidad de sueño, o ese dolor muscular, o el dichoso “monotema”, o tu repentina irritabilidad …. Tan solo verte y reconocer lo que tu cuerpo está sintiendo.
2.- Ni culpes, ni te culpes.
Vemos el mundo como somos, no como es. Cada uno de nosotros somos responsables de lo que sentimos (recuerda, solo tú sabes lo que estás sintiendo) por lo que no culpes a tu jefe, ni a la situación económica, ni a la competencia… de nada que lo que te sucede. Simplemente, te está sucediendo. Acéptalo.
Y en esta línea, no te culpes a ti mismo por sufrir ansiedad: la inmensa mayoría de las personas la hemos sufrido en mayor o menor grado a lo largo de nuestra vida, por lo que no es algo que te ocurra solo a ti, ni es algo de lo que avergonzarse. Es una emoción como otra cualquiera, que necesita ser atendida. Nada más.
Recuerda: no culpes a nadie (comenzando por ti mismo) de lo que te está ocurriendo.
3.- No pienses. Siente.
No trates de entender por qué te está ocurriendo esta situación. El tratar de entender algo va a llevarnos a “darle vuelta y vueltas” al tema, lo que va a generar más ansiedad (recuerda: el antídoto está dentro de ti).
En estados de ansiedad, es muy habitual “terriblizar” acerca del futuro: vemos escenarios en los que todo tipo de cosas terribles nos pasan y habitualmente, jamás se producen.
Por lo tanto, vuelve al momento presente, cierra tu mente y deja que la emoción te traspase. ¿Y cómo se hace eso?
No pienses en nada y concéntrate en tu respiración. Pon toda tu atención en cómo entra y sale el aire de tus pulmones, y particularmente, en ese punto “vacío” que hay en cada ciclo entre la entrada y salida de aire, dejando de lado todo pensamiento.
Esta fase es particularmente difícil, dado que lo “único” que te estoy pidiendo es lo único que nunca nos han enseñado: a hacer nada. Tan solo respirar y dejar de pensar. ¿Fácil? Solo sobre el papel, puesto que solo con entrenamiento serás capaz de hacerlo y el coaching ejecutivo puede ayudarte a ello.
Y aquí es donde viene la magia: observa y veras cómo la sensación de ansiedad baja e incluso, desaparece.
4.- Libera tu cuerpo.
Haz ejercicio, sal a dar un paseo, escucha música y baila, … lo que sea que haga que tu cuerpo se mueva y libere la tensión y el estrés que tienes acumulado. Cualquier cosa menos quedarte quieto en el sofá, dándole vueltas a la situación.
Como emoción que es, la ansiedad no es más que un tipo de energía que necesita fluir. Por lo tanto, déjala fluir haciendo cosas que liberen a tu cuerpo de toda esa carga.
Y sobre todo, NO PIENSES. Trata de hacer cosas con las que disfrutes. En este sentido, puedes:
- Hacer cualquier actividad que ayude a los demás: el hacer algo por los demás nos da una sensación de bienestar que hace que automáticamente baje la ansiedad.
- No necesitas ser el voluntario del mes en la ONG más grande del mundo. Puedes tener sencillos gestos de amabilidad con tus vecinos, con el cajero del supermercado, acompañando a un anciano o un invidente a cruzar la calle… Algo que te haga sentirte bien contigo.
- Reírse es otro de los mejores antídotos para la ansiedad. Ríete de cualquier cosa, y sobre todo de ti mismo: ríete de esos pensamientos que te están atrapando y no te dejan disfrutar del tesoro de la vida. Pon una sonrisa en tu vida y no habrá sitio para la tristeza y el miedo.
- Sal a disfrutar de la vida con tus amigos. Tomarse unas tapas o unas cañas con los amigos hará que dejes de lado toda esa pesadez que sientes… y seguro que ves la vida con una mirada más amable, que no es otra cosa que mirarte a ti con más amor. El miedo solo tiene un antídoto: el amor.
- Lo que sea que haga que tu cuerpo libere esa energía atrapada. Aquí, ya lo dejo a tu elección…
5.- Pide ayuda.
Si el grado de ansiedad es muy elevado, y no logras gestionarlo, entonces pide ayuda a un profesional.
Un coach ejecutivo te ayudará a enfocar el tema desde otro ángulo, mucho más amable contigo mismo. No estás pasando por ninguna enfermedad; es tan solo una etapa en la que tienes algo que aprender y la ansiedad solo te está pidiendo una nueva lógica para tu vida.
Pedir ayuda es de valientes y denota fortaleza. Recuerda: todos, en mayor o menor medida, hemos sufrido episodios de ansiedad en nuestras vidas, con lo que pedir ayuda a un profesional del coaching no tiene nada de malo.
Si te encuentras ante una situación que te sobrepasa y necesitas ayuda para poder combatir un estado de ansiedad, conecta conmigo y te ayudaré a conseguir superarlo.